Enclavada en el corazón de los Andes, Cuzco es una ciudad que teje un tapiz de rica historia, vibrante cultura e impresionantes paisajes. Se erige como puerta de entrada a las maravillas de la antigua civilización inca y punto de referencia para quienes desean explorar el majestuoso Machu Picchu.
Pero el encanto de Cuzco se extiende más allá de sus ruinas de piedra y se adentra en las calles donde el quechua, la lengua de los incas, resuena en las paredes, y el aire se llena del aroma de los Pisco Sours. La ciudad es un museo viviente, donde cada rincón cuenta una historia, lo que hace que lo más destacado de Cuzco no sea sólo un viaje en el tiempo, sino una inmersión en una cultura que ha sobrevivido y prosperado durante siglos.
Esta guía te lleva a explorar el corazón de la ciudad, destacando los hitos históricos y culturales desde Sacsayhuamán hasta el Valle Sagrado, invitándote a sumergirte en el modo de vida local más allá de las piedras.
Experimenta la vibrante vestimenta tradicional, el bullicioso Mercado de San Pedro y los rituales sagrados que se hacen eco de las huellas de los antepasados. Los entusiastas de la cocina se deleitarán con un viaje gastronómico que trasciende lo ordinario, convirtiendo cada comida en una aventura, mientras que quienes se sientan atraídos por los caminos escarpados encontrarán consuelo y emoción en el Camino Inca. Desde la serena belleza de Chinchero hasta el subidón de adrenalina que supone adentrarse en la belleza natural de Cuzco, esta guía promete una visión completa de las visitas turísticas de Cuzco, garantizando que se sacie la sed de aventura y conocimiento de todo viajero.
En Cuzco y sus alrededores hay cientos de ejemplos de maravillas arquitectónicas y de ingeniería. Por todas partes hay signos de una invasión española que se injertó en los cimientos arquitectónicos y culturales de una sociedad inca que fue conquistada pero no vencida.
Aquí, en la capital inca de América, la fusión de costumbres españolas y andinas es vibrante, cálida y embriagadora. Un pasado glorioso se despliega en un paisaje de iglesias construidas sobre palacios. Las ciudadelas perdidas en las alturas andinas se redescubren siguiendo los perdurables y legendarios caminos incas. El glorioso pasado se despliega en el encanto y la dignidad del orgulloso pueblo cusqueño.
El pasado se funde con el presente en la plaza principal, que los incas llamaban Huacaypata, en el barrio artesanal de San Blas y en el Convento de Santo Domingo, construido sobre el Templo del Sol.
Los visitantes también sentirán que la historia cobra vida en las afueras de la ciudad, en las imponentes ruinas de Sachsayhuaman y Tambomachay. Los visitantes también pueden practicar todo tipo de deportes de aventura y participar en los festivales religiosos más espectaculares del continente.
Las celebraciones incluyen el Qoyllur Rit’i, que se celebra en una montaña cubierta de hielo a 4.000 m sobre el nivel del mar, la procesión del Corpus Christi y el famoso espectáculo del Inti Raymi.
Sacsayhuaman es un testimonio de la destreza de la ingeniería inca, encaramado en las afueras de Cuzco. Construida principalmente durante los reinados de Pachacuti y sus sucesores en el siglo XV, la fortaleza es famosa por sus enormes muros de piedra, ensamblados meticulosamente sin argamasa.
Estas rocas, algunas de las cuales pesan más de 100 toneladas, encajan tan estrechamente que ni siquiera un trozo de papel puede deslizarse entre ellas. Las murallas zigzagueantes, diseñadas para parecerse a los dientes de un puma, abarcan más de 540 metros y se construyeron estratégicamente para proporcionar una defensa formidable, incorporando terrazas con puertas estrechas para controlar el acceso. Este lugar no sólo sirvió como fortaleza militar, sino también como espacio ceremonial y almacén, lo que refleja su importante papel en la cultura inca.
Situada en el corazón de la Plaza de Armas de Cuzco, la Catedral de Cuzco es una grandiosa estructura que encarna la confluencia de los estilos arquitectónicos inca y español. Construida en el emplazamiento de un antiguo palacio inca, la catedral tardó casi un siglo en terminarse, comenzando su construcción en 1534. Su fachada muestra influencias renacentistas, mientras que los interiores están adornados con elementos góticos y barrocos. En particular, la catedral alberga arte de la escuela cusqueña, que integra técnicas europeas e indígenas. El uso de piedras de Sacsayhuaman en su construcción simboliza la imposición de la cultura española sobre la inca, tema del que se hace eco la inclusión de símbolos religiosos incas en las ornamentadas puertas y obras de arte de la catedral.
A sólo 10 minutos a pie de la Plaza de Armas se encuentra el vibrante Mercado de San Pedro, centro de la vida cotidiana y la cultura cusqueñas. Este bullicioso mercado ofrece una sobrecarga sensorial con su variedad de productos frescos, alimentos tradicionales y productos artesanales. Los visitantes pueden explorar puestos que ofrecen de todo, desde prendas artesanales y remedios herbales hasta quesos frescos y coloridos tejidos. El mercado no es sólo un lugar para ir de compras, sino también para sumergirse en la lengua y las costumbres locales, observar la vestimenta tradicional e incluso participar en la elaboración de mate de coca, un remedio local para el mal de altura. Este animado mercado encierra el espíritu de Cuzco, lo que lo convierte en una experiencia esencial para comprender los estilos de vida contemporáneos y tradicionales de sus gentes.
El Museo del Pisco ofrece una inmersión profunda en la herencia de la amada bebida espirituosa de Perú. Este establecimiento único funciona a la vez como museo y como vibrante bar de cócteles, mostrando una amplia gama de variedades de pisco. Los visitantes pueden explorar una detallada cronología de la historia del pisco y sus procesos de producción, expuesta junto a hileras de botellas de pisco, cada una de las cuales cuenta su propia historia de sabor y tradición. El museo también ofrece la oportunidad de probar el clásico Pisco Sour, elaborado con ingredientes tradicionales y una pizca de estilo creativo, que refleja la rica paleta cultural de Perú.
La vida nocturna de Cuzco presenta un espectro dinámico que va desde las inquietantes melodías andinas hasta los enérgicos ritmos de los clubes modernos. La ciudad palpita de vida al anochecer, y ofrece desde peñas, donde la música y el baile tradicionales llenan el aire, hasta bares y clubes contemporáneos donde se mezclan locales y turistas. Locales como Mama Africa y Ukuku’s son lugares populares donde diversos géneros musicales crean una atmósfera contagiosa, invitando a todos a bailar toda la noche. Esta vibrante escena nocturna es un testimonio de la capacidad de Cuzco para conservar sus tradiciones al tiempo que abraza la modernidad.
A poca distancia de Cuzco, la ciudad de Chinchero es célebre por sus exquisitas creaciones textiles. Aquí, los visitantes pueden presenciar las técnicas ancestrales de hilado, teñido y tejido, transmitidas de generación en generación. Los artesanos locales utilizan tintes naturales y métodos andinos tradicionales para elaborar vibrantes tejidos que narran historias de su patrimonio y su entorno. El centro textil de Chinchero no sólo permite apreciar estas bellas artesanías, sino que también ofrece la oportunidad de comprar estos tejidos directamente a los creadores, apoyando a la comunidad local y sus tradiciones artesanales.
Cuzco ofrece una exploración culinaria única, en la que destacan manjares locales como el cuy y la carne de alpaca. El cuy, profundamente arraigado en la cultura peruana, ofrece una experiencia tierna y sabrosa, sazonada para resaltar su sabor único. La alpaca, conocida por su carne magra y ligeramente dulce, se sirve tradicionalmente de diversas formas, desde filetes a la parrilla hasta guisos, realzando su sabor característico con hierbas y especias locales.
El Pisco Sour, emblema de la identidad peruana, se celebra en los animados bares y restaurantes de Cusco. Los visitantes pueden sumergirse en la historia y la variedad del pisco mediante visitas guiadas que culminan con una experiencia práctica de mixología. Aprendiendo a elaborar su propio Pisco Sour, los invitados no sólo disfrutarán del rico cóctel con infusión de cítricos, sino que también conectarán con la animada herencia peruana.
La escena culinaria de Cuzco también se nutre de la innovación, donde los ingredientes andinos tradicionales se encuentran con las técnicas culinarias contemporáneas. Los restaurantes de fusión, como los que ofrecen platos como chupe de quinoa con queso andino y setas del bosque a la plancha, presentan un giro moderno a los sabores clásicos. Estos establecimientos ofrecen un viaje gastronómico que fusiona lo antiguo con lo moderno, creando experiencias gastronómicas inolvidables arraigadas en la tradición e inspiradas en las tendencias culinarias mundiales.
El Camino Inca a Machu Picchu es uno de los recorridos más emblemáticos del mundo, que serpentea por los exuberantes pasos de montaña andinos y ofrece a los excursionistas una mezcla única de belleza natural y exploración histórica. Este trekking no es sólo un camino, sino un viaje por el corazón de la antigua civilización inca, que culmina con la impresionante vista de Machu Picchu a través de la Puerta del Sol. El camino en sí muestra una variedad de ruinas incas, cada una de las cuales cuenta una historia de su pasado, en medio de la diversa flora y fauna de la región.
Podría decirse que es el destino más espectacular del valle, pues en realidad se trata de dos lugares: el pueblo colonial junto al río Urubamba y la fortaleza inca en lo alto de una montaña a casi 600 m (2.000 pies) de altura. El pueblo tiene un famoso y bullicioso mercado al aire libre los domingos. Se puede subir en coche hasta las ruinas, o subir por un empinado sendero que comienza en la plaza principal del pueblo. Al llegar a la cima, verás que las ruinas tienen vistas a profundas gargantas. La fortaleza remata salas de templos bien conservadas y terrazas agrícolas que se extienden desde los edificios. Las ruinas de Pisac presentan una vista ejemplar del genio arquitectónico inca, con campos en terrazas y antiguas fortificaciones que ofrecen una visión de las sofisticadas prácticas agrícolas de los incas.
Pisac ofrece una mezcla perfecta de inmersión cultural y exploración histórica, especialmente los domingos, cuando el mercado cobra realmente vida. Aquí, los visitantes pueden relacionarse con los artesanos locales, experimentando la vitalidad de la cultura andina a través de los tejidos y la artesanía exclusivos de la región.
Las Terrazas de Moray son un testimonio del ingenio inca en la agricultura, con terrazas circulares concéntricas que crean microclimas variables. Cada nivel simula diferentes condiciones ambientales, permitiendo a los incas experimentar con cultivos a diferentes altitudes. Este antiguo laboratorio agrícola no sólo pone de relieve el avanzado conocimiento de la horticultura por parte de los incas, sino que también ofrece un impresionante paisaje para que los visitantes lo exploren, lo que lo convierte en una visita obligada para los interesados en los logros científicos de las antiguas civilizaciones.
O, como se conoce popularmente, el Valle Sagrado de los Incas, fue y sigue siendo el granero agrícola más importante del sur de Perú, una región cargada de significado histórico, cultural y religioso. Formado por el río Urubamba / Vilcanota, este exuberante valle, situado a unos 15 km al norte de Cuzco, ofrece infinitas oportunidades de aventura y exploración: desde rafting en aguas bravas y regateo en mercados indígenas hasta visitas a ruinas incas y senderismo por el famoso Camino Inca hasta la ciudadela de Machu Picchu.
El pueblo inca de Ollantaytambo se encuentra en el otro extremo del valle. Construido principalmente como templo y refugio real, el extenso emplazamiento fue también una poderosa fortaleza y sirvió de escenario para la única victoria absoluta que los incas obtuvieron en batalla contra los conquistadores españoles en 1536. Estaba protegida por altas terrazas de piedra construidas con rocas gigantes arrastradas desde canteras situadas a casi 6 km de distancia.
Al oeste de Cuzco, hay otra «ciudad perdida» encaramada en un espolón montañoso, muy por encima del río Apurímac. Llegar a las ruinas requiere una caminata exigente, pero espectacular, que lleva un mínimo de cuatro días, ida y vuelta. Choquequirao significa «cuna de oro» en la antigua lengua quechua, que aún se habla en gran parte del altiplano peruano. Muchos expertos creen que el lugar fue el último refugio de Manco Inca, que dirigió una rebelión desesperada contra los españoles antes de retirarse a la selva, donde sus seguidores resistieron durante 70 años tras el colapso del Imperio Inca.
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